Numerosos militantes del peronismo de La Matanza se reunieron una vez en el cementerio de San Justo para rendir homenaje a los compañeros, civiles y militares, fusilados por la dictadura militar.
Con la presencia de autoridades municipales y de la conducción del PJ, los y las peronistas de todas las localidades del distrito se congregaron en la fría mañana ante el mausoleo que guarda los restos del Coronel José Albino Irigoyen, que era de La Matanza y uno de los militares alzados ese año contra el gobierno de Aramburu y Rojas quienes había derrocado añ gobierno constitucional de Juan Domingo Perón el 16 de septiembre de 1955.
LAS PALABRAS
Luego de los tributos florales ofrendados por el Peronismo en sus diferentes experiencias: las autoridades municipales y del PJ, la militancia y el movimiento obrero organizado se manifestaron por esta fecha indigna que originó el terrorismo de Estado en la Argentina. Así lo expresaron en sus discursos, el diputado provincial Ricardo Rolleri, el vicejefe de Gabinete Daniel Barrera, el concejal Rolo Galván, el militante Ángel Vera y el secretario general dela CGT, Heraldo Cayuqueo.
Finalmente, la Marcha Peronista volvió a resonar en el Cementerio de San Justo, que tanta historia peronista encierra, volvió a ser cantada por hombres y mujeres peronistas de La Matanza.
Los fusilamientos fueron en la Unidad Regional de Lanús, en el Regimiento 7 de La Plata y en el Bosque, en Campo de Mayo, en el Regimiento 2 de Palermo y, el General Juan José Valle, en el Penal de Las Heras: General de División Juan José Valle; Coroneles Ricardo Santiago Ibazeta, Alcibíades Eduardo Cortínez y José Albino Irigoyen; Teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno; Capitanes Eloy Luis Caro, Dardo Néstor Cano y Jorge Miguel Costales; Tenientes 1º Jorge Leopoldo Noriega y Néstor Marcelo Videla; Subteniente Alberto Juan Abadie; Suboficiales principales Miguel Ángel Paolini y Ernesto Gareca; Sargentos ayudantes Isauro Costa y Luis Pugnetti.
Además del Sargentos Hugo Eladio Quiroga y Luis Bagnetti; Cabos Miguel José Rodríguez y Luciano Isaías Rojas; ciudadanos Clemente Braulio Ross, Norberto Ross, Osvaldo Alberto Albedro, Dante Hipólito Lugo, Aldo Emir Jofre, Miguel Ángel Mauriño, Rolando Zanetta, Ramón Raúl Videla y Carlos Irigoyen.
EN JOSÉ LEÓN SUÁREZ
Pero también el jefe de la Policía Bonaerense, coronel Desiderio Fernández Suárez, ordena verbalmente la ejecución de civiles detenidos. Trasladados a un basural de José León Suárez, siete de ellos, algunos gravemente heridos, sobreviven al ametrallamiento. Cinco cadáveres quedan tendidos. Son los de Carlos Alberto Lizazo, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Mario Brion y Vicente Rodríguez.
LA CARTA DEL GENERAL VALLE
Recordamos las palabras del General Juan José Valle, dirigidas, antes de morir, al dictador Aramburu.
“Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado. Debo a mi Patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de marinos y de militares, movidos por ustedes mismos, son los únicos responsables de lo acaecido. Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente. Nos faltó astucia o perversidad para adivinar la treta”
“Así se explica que nos esperaran en los cuarteles, apuntándonos con las ametralladoras, que avanzaran los tanques de ustedes aun antes de estallar el movimiento, que capitanearan tropas de represión algunos oficiales comprometidos en nuestra revolución.”
“Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes, escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos.
Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos.”
“Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años, sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones.
La palabra ‘monstruos’ brota incontenida de cada argentino a cada paso que da. Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado”.
“Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no sacrificamos un solo hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido con todo rigor contra quien atentara contra la vida de Rojas, de Bengoa, de quien fuera. Porque no tenemos alma de verdugos. Sólo buscábamos la justicia y la libertad del 95% de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada”.
“No defendemos la causa de ningún hombre ni de ningún partido. Es asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto, y sus más fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad como no hay memoria. Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría, y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro país. Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo”.
“Como tienen ustedes los días contados, para librarse del propio terror, siembran terror. Pero inútilmente. Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes”.
“Como cristiano me presento ante Dios, que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos no sólo de minorías privilegiadas. Espero que el pueblo conozca un día esta carta y la proclama revolucionaria en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable. Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias en sangre”.
“Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la Patria”