Hubiera no querido tener que escribir estas líneas. Porque despedir a un luchador por los derechos sindicales de sus compañeros metalúrgicos de La Matanza, un militante de la causa peronista que se salvó por minutos de no ser un desaparecido más y un dirigente de la UOM de La Matanza como fue el “Negro” Juan Carlos Uboldi, no es grato.
Y duele, como amigo y socio en las ideas de defender lo que siempre son motivos fundamentales en la vida de los trabajadores: sus derechos. Fueron muchos los cafés en la esquina de Almafuerte e Yrigoyen, de San Justo que compartimos los mediodías y las tardes de debate.
Las mesas del hoy “Capurro” fueron testigos de los debates políticos y sindicales, en los que estuvo “Cucaracho” (como le decían sus compañeros de la UOM).
Había nacido en Avellaneda pero en 1949 se asienta en La Matanza para siempre. Fue elegido delegado de sus compañeros, apenas había entrado en la empresa Roura Lametal con 16 años, junto a Abelardo Silvero, con quien seguiría su trabajo y tuvieron que escaparse porque la dictadura se los llevaba. Allí estaban Edgardo Alfano, Carmelo Affatato Emilio Tomasín y “El Ruso” Carlos Gdansky, con quienes conformaría la lista que ganó la conducción de la UOM de La Matanza en 1984.
En distintos momentos de recordar esas luchas, Uboldi contó que había ido a cobrar el sueldo en su empresa en 1976 porque habian decidido los trabajadores que debían irse para evitar al Ejército. “Diez minutos después de haberme ido de Roura, cayó el Ejército buscando a un tal “Cucaracha”, como me pusieron los compañeros porque decían que éramos “zurdos”, recordó alguna vez.
En 1984 integra, como secretario de Organización, la lista que gana la conducción de la UOM matancera, junto a Carlos Gdansky (secretario general), el “Polaco” Luis Kergaravat, “El Potro” Francisco Calvo, Carmelo Affatato, Carlos “El Perro” Mol y Alejandro Pérez, entre otros.
“ACORDATE RUSO, QUE GANAMOS, ¡CARAJO!”
Una noche de entrega de los conocidos Premios “Fray Luis Beltrán” en el Club Almirante Brown habló “Cucaracha” y dirigiéndose al Ruso, secretario general, señaló (palabras que hemos grabado esa noche del Día de los Metalúrgicos):
“A ese señor le recuerdo unas anécdota, que seguro se debe acordar. La pasábamos juntos, porque caminábamos juntos. Y a veces me retaba, como era su costumbre, y cuando yo salía a volantear, volvía y le decía: ¡¡vamos a ganar, carajo!! Y él me contestaba: pará Cucaracha…que si perdemos vos vas a ser el que más va a sufrir…”
Y siguió: “Muchos me preguntaban por qué estaba tan seguro que íbamos a ganar. Por una sencilla razón: en aquél tiempo estaban las Listas Blanca; Celeste y Blanca, y nosotros teníamos la Azul. Y veía como los compañeros se guardaban la propaganda de la Azul y las otras las tiraban al suelo. Y de esos momentos recuerdo a alguien que puso mucho para ganar, hasta su camioneta: ése era Abelardo Silvero”, lo que fue recibido por un gran aplauso por el dirigente desaparecido.
Y continuó Uboldi: “Por eso hoy me pregunto, ¿cuántos compañeros desaparecieron para que nosotros estemos hoy acá? ¿Para que se sienten los que vendrán, como hoy lo hacemos nosotros?
Y remató lo que siempre mencionaba: “La juventud tiene que avanzar, ocupar nuestros lugares porque a nosotros se nos va pasando el tiempo. Por eso tenemos que pasarle las enseñanzas a la juventud. Porque, para cuando nosotros estemos allá arriba y esos compañeros que nos esperan dirían, ´por lo menos ustedes hicieron algo por la vida…”, concluyó, con el aplauso de todos los que allí estábamos. Así era el Negro.
Y ahora que ya se fue arriba para estar con los otros metalúrgicos desaparecidos por la dictadura o por el paso de los años, debo recordar que vivimos en el mismo edifico de Ciudad Evita. Con muchas noches de comida, vinitos y afecto.
Por eso conozco tanto de él, de su fuerza y su honestidad y sinceridad. Por las muchas charlas donde siempre surgía el nombre del Ruso Gdansky a quien le fue siempre fiel. Como a sus compañeros metalúrgicos. Como al peronismo.
¡Gracias por tu amistad, Negro! Siempre te vamos a recordar quienes compartimos muchos momentos de tu vida. Y porque tus razonamientos sobre la juventud es cierta. Y porque me lo dijeron varios pibes que recibieron tus consejo cuando debutaban como delegados. Ése es un gran legado. No te equivocaste. ¡Chau, “Cucaracha”! Con el cariño de mi familia y rl mío, por supuesto. Nos vemos.
(Con algunos datos del libro “Trabajadores metalúrgicos de La Matanza”, escrito por el Dr. Hernán Bernasconi)
PEDRO ARTAZA